Una mansión del siglo XVIII, rehabilitada en su totalidad pero conservando el espíritu del pasado, en el que prima la atención y el detalle al cliente.
Dominando tres antiguos reinos: Castilla, Aragón y Valencia, la villa de Moya, en la provincia de Cuenca, se eleva sobre un cerro a 1.155 metros de altitud. A un paso, en Tierras de Moya, podemos disfrutar del relax, del silencio y de la amabilidad de quienes lo regentan olvidándote que el tiempo existe.
Texto y fotos por José Manuel Beltrán
En ocasiones uno necesita desconectar; alejarse del mundanal ruido -aunque solo sea por un fin de semana- para tratar a tu cuerpo y a tu mente con el merecido descanso. No incluyo en este aspecto de relajación el referido al del estómago o al buen yantar; eso es imposible si visitamos la Tasca de Garrido, en la vecina Landete y de la que en otro artículo daremos debida cuenta.
Nos encontramos en una de las zonas, quizás, de las más desconocidas de la provincia de Cuenca; a escasos kilómetros de la Villa de Moya, una verdadera ciudad medieval, en ruinas pero con un estado de conservación envidiable, y que hace obligada la visita. Los historiadores la definen como "Moya, la llave de los reinos", por las continuas disputas por hacerse con su control. Fortificada con una doble muralla, su castillo con la Torre del Homenaje y siete puertas; en su interior todavía se conserva y se da culto en una de las siete iglesias con las que contaba; dos conventos, ayuntamiento y plaza mayor nos da una idea de la importancia de este recinto que, en su época de esplendor, fue cabeza del Marquesado de Moya.
La pasión se antepone al negocio; te darás cuenta de ello nada más atravesar los muros de Tierras de Moya
La cobertura telefónica nos es nada buena en la zona. Algo que parece nimio, cuando de descansar se trata, se convirtió en la primera anécdota al encontrarnos frente al enorme y precioso portón de madera que supone la entrada al establecimiento. A pesar de contar con un "telefonillo" preferí golpear, repetidamente pero de forma suave, la aldaba de la puerta. Mis intentos fueron vanos, incluso utilizando la llamada telefónica. Tras varios minutos (bien es cierto que habíamos llegado antes de la hora habitual) la gran puerta de madera se abrió desde dentro. Sonia nos recibió con una amplia sonrisa, disculpándose al estar al otro lado de la "gran casa" y ya nos hizo ver que aquí, los horarios son flexibles.
Desde esta sala tenemos salida directa al jardín y a la piscina, resguardados en un amplio porche con elementos decorativos de utensilios de labranza. Mesas y sillas en número suficiente para la relajación y una buena charla. Al fondo del jardín, una pequeña habitación nos sorprende como sala de juegos en la que el futbolín es el rey. Aunque si debiésemos destacar a la estrella de las estancias esta sería donde se ubica el spa, con sauna sueca y un gran jacuzzi. Los amantes del home cinema también están de enhorabuena. Un amplio salón da cabida a una enorme pantalla para satisfacer a los cinéfilos.
El salón comedor, que también hace las veces para el desayuno y la cena, da cabida a unas ocho/nueve amplias mesas con un menú netamente casero y tradicional. No existen horarios impuestos y buena prueba de ello es que Sonia se empeñó en que cenásemos cuando, por nuestro error, regresamos una de las noches casi a las once. Mi incomodidad fue fácilmente resuelta con su amabilidad.
El servicio de desayuno es tipo buffet con todo lo esencial. Tu zumo de naranja te será exprimido al instante como también cualquier otra petición de cara a cocina y que no encuentres en la mesa.
Comedor de Tierras de Moya
La oferta de habitaciones, cada una distinta.
Disponen de un total de 10 habitaciones; cinco dobles, tres junior-suites y otras dos grandes suites que permiten alojarse hasta cuatro personas en cada una de ellas. En otro edificio independiente del principal, la mini-suite abuhardillada Convento de San Francisco también está a tu disposición.
trata de una pueden alojarse uno o dos niños, con TV independiente
Puerta de la Villa, el Convento de las Monjas, el Ayuntamiento (habitación que nosotros ocupamos), la Coracha, Puerta de San Diego, la Santísima Trinidad, Santa María la Mayor, San Bartolomé, Castillo de Moya y la Torre del Homenaje son los curiosos nombres elegidos para cada una de las piezas. Todas ellas, de diferente superficie y decoración particular generalmente de tonos suaves muy acertados. El contraste de la piedra natural en paredes, con otras en color y la madera resulta totalmente acogedor. Instalación de teléfono, internet y equipamiento de TV, este último con un modelo algo desfasado. Las camas, amplias y muy confortables.
Los baños, también muy amplios, se encuentran decorados en mármol envejecido que da un aspecto muy elegante. Secador de pelo y una bañera de hidromasaje, completan la estancia aunque se echa en falta un mayor número de ameneties de aseo.
El
Hotel Tierras de Moya se ha ganado a pulso el premio concedido a la
Calidad y Excelencia de Castilla-La Mancha; ofertas especiales por San Valentín; las Fallas, Semana Santa o incluso en verano son periódicamente publicitadas a precios inferiores a los standard. La calidad y la excelencia tiene su precio, incluso en parajes tan poco conocidos como este. Al cariño con el que te tratan ya no se le puede poner importe y es por eso por lo que hicimos
parada y fonda, y así recomendamos, en este establecimiento.
Nota: Quisiera agradecer a
Exóttica la oportunidad de haber disfrutado de esta experiencia.
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